UNA SOA EN EUROPA EXPERIENCE: EPISODIO 3
En este episodio de la serie "Diario de una Soa" me detendré en lo acontecido en estas lides Europa. El año pasado fui a España pero pasaba por una depresión por una ruptura. Estuve cómo una yegua con anteojeras (más weona).
Entrando en materia, cuando viajo siempre conozco hombres (lamentablemente soy hetero). Pocas veces he concretado porque en la mayoría de los viajes tengo pareja. Una soa es leal y respeta sus compromisos. A pesar de que algunas de esas parejas dejaron bastante que desear ¿Por qué fui tan weona? Ahora me lo cuestiono.
Aunque no hubiese concretado, en varias ocasiones tuve maravillosas experiencias de amor, conexión y atracción. Me encanta el romanticismo, sin cursilerías. El más significativo fue una historia de película en Nueva York. Lo relataré en otra ocasión.
Sin embargo este viaje me tenía preparada una sorpresa que quise escribir hoy. Escuchando la canción "Love Letters" de Metronomy comenzó nuevamente mi martirio porque esta vez, por ese ostracismo "ql" la cagué. Me arrepentiré el resto de mis días. Esto pasa cuando la rigidez es tu copiloto.
La historia se remonta a Viena, tal cómo Jesse y Celine en la película "Antes del Amanecer". Curiosamente el día anterior me escribe una amiga ¿Cuándo vas a tener tu historia de película? Le dije que no tenía tiempo, que no estaba en mi agenda.
Resulta que un día muy lluvioso y frío después de dar un tour por los palacios y el museo de Sisi me quedé con 10% de batería en el teléfono. Lo apagué para llegar al hotel. Me encaminé y empecé a buscar lugares "random" (aleatorios) para comer. De repente vi un restaurante japonés. Entré, estaba chata de la fritanga.
Primer acto: Me siento en una barra. El taburete de al lado estaba desocupado. Al minuto me tocan el hombro, volteo y era el hombre más guapo del universo (según mis gustos claro). Me pregunta si se puede sentar. “Obvio” le dije.
Segundo acto: Va al baño. Me empiezo a peinar, sacar las lagañas y sentirme el aliento, jajajaja. Se sienta y ordena lo que quería comer. Por mi parte había pedido puras weas fritas, la gorda lechona, la que no quería fritanga. Ambos callados mirando por la ventana.
Tercer acto: Me dije "no seas weona tienes que hablarle". Jamás tomo la iniciativa (otra wea que me inculcó mi mamá). Le dije con todo desplante ¿Lindo Viena cierto? la pregunta más estúpida que se me pudo ocurrir y comenzó la conversación.
Conforme pasaban los minutos el diálogo de tornó cada vez más entretenido, cercano y ameno.
Cuarto acto: Después de tanta cháchara me pregunta si estaba dispuesta a cambiar mi itinerario porque se iba a Bruselas. La weona le dijo "no, no improviso". Primer fail. Luego me preguntó por cuánto tiempo me quedaba. Sólo restaban tres días para irme y le conté que el sábado tenía un tour de 13 horas a Hallsttat. Puta me debí quedar callada.
Me preguntó la vida entera. Hablamos del amor y desamor. Lo humano y lo divino, sólo éramos él y yo (no soy buena pa pasarme rollos así que esto es rial). David, húngaro de 47 años soltero, director de Ópera de Berlín y pianista. No lo podía creer. Me preguntaba por Chile, Puerto Montt. Le dije que era una wea horrible cuándo me dice que le gustaría conocer este país. Hice todo mal.
Quinto acto: Pedimos más cosas para comer para seguir conversando. Él tenía una libreta y un lápiz en la mano muy "old school". Tenía que trabajar, ser artista requiere de mucha disciplina. A la hora de despedirse me dice que nos podríamos tomar unos tragos otro día. Menos mal no le dije la clásica frase "no tomo" (el colmo) y respondí "sí, claro". Me tiritaba todo.
Último acto (el peor de todos): Nos despedimos, dimos un fuerte apretón de manos y le deseé mucha felicidad. Me dice "pareces ebria", jajaja. A esa altura tenía un agote mental enorme por hablar en inglés temas muy complejos.
Finalmente dice "te doy mi mail", lo miro con extrañeza ¿Quién chucha da un mail en este tiempo? ¿Por qué no me pide el correo a mi? fueron mis razonamientos. En definitiva, rechacé el mail. Él no se podía reunir el viernes, yo tenia un tour el sábado de 13 horas(aquí caché que no debo programar tanto) y me iba a Múnich el domingo. De repente se me prende la ampolleta y le digo con orgullo "te doy mi teléfono". Sacó un papel y lo anoté (otra wea rara no tenía teléfono en mi razonamiento weon, puta que soy cuadrada). No sé si lo anoté bien, no sé nada. Lo único que sé es que cómo lesa repetía una y otra vez "who knows" (quién sabe). La situación se transformó en un incómodo momento, no sabía que hacer, mis inseguridades me superaron. Paga la cuenta y aprovechó de pagar la mía. Me sentía cómo la mierda por perder esa oportunidad.
Sale del local, yo mirando el suelo autoflagelándome. Me toca la ventana. Dice adiós con la mano con una gran sonrisa. Sabíamos que sería la última vez que nos veríamos.
Les cuento esto porque al escuchar la canción que les comenté siento que perdí la oportunidad de seguir comunicándome con un hombre cómo él a través de las letras. También entendí que quedarse sin teléfono produce que te conectes con el momento. De seguro si tenía batería hubiese estado pegada a Instagram y no lo hubiese conocido. Mi gran amor, la weona loca.
Para ser honesta sigo mortificándome. Podrían contratarme en el FBI porque estoy tratando de ubicarlo. No tiene redes sociales. Google me dice, además, que es un director de Ópera muy reconocido en Europa. Quiero llorar. Pa' qué les digo cuándo le muestro sus fotos a mis amigas. Piensan que me pegué en la cabeza.
En definitiva eso pasa cuando eres insegura y pragmática.
Para que esto sea interactivo busquen David Marton ópera en Internet y van a ver lo imbécil que fui y si consiguen su correo sería de mucha ayuda, jajaja.
También existe la posibilidad de que sea un completo saco de weas. Una soa nunca sabe ...
Anexo:
Mis amigas en Praga me obligaron abrir Tinder. Me escogieron las fotos y escribieron el texto. Cuento corto, cuando pidieron verificar mi cuenta iba caminando e hice puras weas. Al momento recibo un correo advirtiendo que mi cuenta fue bloqueada de manera definitiva, persécula, jajajajaja. El destino no quiere que tenga esa wea. Qué chistoso (mejor me río porque sigo llorando por David, jajajaja)
La foto corresponde a un amuleto que encontré en Bremen, Alemania. Lo llevo en mi cartera.
A pesar de que no resultó, igual es una linda historia.
ResponderEliminarGracias soa, en realidad así la recordaré cómo una linda experiencia a pesar de mis faltas. Un abrazo
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