BAJO PRESIÓN
Desaparecí, a veces desaparezco cuando pierdo las riendas de mi vida. Actualmente estoy inmersa en una ola de cambios, de esas olas que golpean fuerte y te dejan aturdida en la orilla en pelota. Cuando menos lo esperas la vida "culiá" se encarga de poner todo "patas pa' arriba".
A pesar de que tengo doctorado en "cambios" siempre, pero siempre, resulta complejo y difícil afrontarlos a sabiendas que es lo mejor que puede pasar. Piensas que el proceso será infinito, quieres sortear rápido los obstáculos sin medir consecuencias en la salud mental, física y emocional. Te metes en un espiral de confusión, angustia, temor y sobre todo ANSIEDAD. Ansiedad que se canaliza comiendo, fumando, durmiendo mal y tomando decisiones precipitadas cómo si fueses adolescente.
En tu cabeza comienzan a dar vueltas miles de millones de preocupaciones de todo tipo. Piensas, sobrepiensas, requetecontrapiensas, eres tu mejor torturador. Analizas hasta el mínimo detalle cada cosa, resuelves, luego sacas otra conclusión, cambia el problema, no te convences de tus ideas “brillantes” y empiezas a pedir consejos que más te confunden. Te conviertes en la latera del grupo.
Todo comenzó después de mi cumpleaños. Hasta ese entonces tenía la cosas claras, resueltas, estaba tranquila, en ese estado donde te sientes cómoda pero, a la vez, te asusta porque sabes que no será eterno y de la nada puede quedar la pura cagá. Así pasó. Mi intuición no falló.
Mi ex regresa a Chile y me voy de la casa que compartimos, esa casa soñada que pensé sería para siempre. Llegó la hora de partir, desapegarme y soltar. Lo más angustiante de todo esto es que debo dar en adopción a los perritos, me duele al alma. No me los puedo llevar, no tengo espacio, no me juzguen, ya he llorado suficiente.
Todo esto ha generado en mí una locura parcial porque tengo millones de cosas que resolver; remodelación de una casa, mudanza y todo lo que conlleva este tránsito. Hipotequé nuevamente mi vida en el banco en el momento que estaba a punto de finiquitar el crédito que me tenía hasta las cachas por cinco años ¡Cagué! Me tuve que volver a endeudar para costear la remodelación de mi propia "casa soñada", mi nuevo refugio para una nueva "yo". Me di cuenta que en este país endeudarse también es un privilegio.
Entre pensamientos de porcelanatos, pinturas y pisos flotantes se empezaron a colar otras situaciones y rollos de diversa índole que mantendré en reserva. Empecé a meter ingredientes a mi juguera mental y se armó una mazamorra de aquellas ¿Por qué tengo la necesidad de echarme todo encima de una vez? Tuve que tomar clotiazepam y recurrir a mi sicóloga. En la consulta, después de narrar mis desdichas me dice "No es para tanto, pensé que tenías un problema real" ¡cueck! Es decir me dijo que le "pongo mucho color" y que todo este entuerto está en mi cabeza. Concuerdo.
Convengamos que cambiarse de casa está mega archi estudiado que es uno de los motivos de estrés más recurrentes pero no pa' irse a la chucha. El adelanto de la primavera también contribuyó a poner mis emociones al límite. Siempre me dan crisis en agosto.
Honestamente, en estas últimas semanas me paralicé; no fui al gimnasio, me comí todos los postres, fumo una cajetilla diaria, dejé de escribir. En el intertanto me fui a República Dominicana que sirvió para descomprimir un poco todo este peso autoimpuesto (del caribe escribiré en otra publicación). Las apariencias y las redes sociales engañan. Viajar de nuevo, el día del pico.
En este minuto me propuse retomar mi vida (volver a escribir es parte del proceso) y asumir todo lo que se viene con calma aunque cueste. Haré mi mejor esfuerzo. Definitivamente la zona de confort es un arma de doble filo. Día a día empiezo a tener un poco más de claridad en la planificación (no puedo improvisar aunque debiese). Debo fluir y dejar que las cosas sucedan con paciencia y esperanza que todo lo que se viene es con un fin superior. Un día a la vez es la consigna.
Les prometo que cuando me instale en la nueva casa grabaré el podcast pero debo tener la paz mental y emocional para comunicar con simpatía, ahora sólo doy lástima (ya le puse color). Mente y la reconchadetuhermana (también puede ser culpa de Mercurio retrógrado)
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